Tu cesta está vacía
Añade un Somavedic y mejora tu calidad de vida :)
Cuando oí hablar por primera vez del dispositivo Somavedic creado por el sanador e inventor checo, Ivan Rybjanský, y de sus notables efectos, no podía imaginar que pronto experimentaría su poder desintoxicante en primera persona.
Elegí el modelo Somavedic Uran. Es el modelo más potente. Y, además de armonizar el entorno y neutralizar las zonas geopáticas y la radiación electromagnética (CEM), también puede cambiar la estructura del agua. Lo saqué de la caja, lo enchufé y lo puse encima de la mesa. Y esperé a ver qué pasaba. Admito que estaba un poco preocupado. No por su potencia. La gente exagera y, a lo largo de mi carrera periodística, he aprendido a ser cauto y a no dejarme llevar por optimismos extremos. No, me preocupaba el hecho de que todo parecía demasiado bueno para ser cierto.
Como periodista, tengo el hemisferio izquierdo del cerebro predominante, lo que significa que siempre estoy analizando y pensando, con mi cerebro dirigiéndolo todo. Sí, no tengo prejuicios y soy muy abierto. También tengo una inclinación hacia lo espiritual, lo cual no es muy común en esta profesión. Pero esto se debe principalmente a que, a lo largo de mi vida, he vivido varios fenómenos que parecen milagrosos. Si alguien me los hubiera contado, me habría reído a carcajadas.
Lo que yo creo está determinado sobre todo por mi cerebro. Primero, necesito comprenderlo todo y procesarlo con el cerebro, a diferencia de las personas que han desarrollado plenamente su intuición y pensar es un lujo inútil para ellas. Así que he aprendido que es importante no sacar conclusiones anticipadas, sino tener siempre tu propia experiencia, sea cual sea.
Lo difícil del dispositivo de Ivan Rybjanský es que funciona de una manera completamente diferente a la que estamos acostumbrados. Su efecto principal no se limita a la materia (en la que se centra la mayoría de la gente), sino que actúa en el campo cuántico. Por tanto, es bastante más difícil de abordar y comprender que, por ejemplo, un frigorífico, donde metes la cerveza para que se enfríe.
Hay dos tipos básicos de personas: las que necesitan pruebas tangibles para creer algo y las que no tienen problemas para percibir las energías sutiles. Normalmente, los hombres pertenecen al primer grupo, aunque no todos…
Solo agua
Somavedic Uran brillaba magníficamente. Y ya está. Después de tres días, mi cerebro, con un toque de sarcasmo, me preguntó si no pensaba 850 $ por una bonita lámpara era pasarse un poco. Pero entonces puse una jarra llena de agua del grifo junto a mi Uran y me la bebí al cabo de un par de horas. Enseguida noté que era mucho más suave, como terciopelo. Me recordó al agua de un manantial del valle de Prokop. Pero mi cerebro me informó de que solo eran imaginaciones mías, que el agua es toda igual y que debería relajarme, y ponerme a hacer algo útil.
Pasaron varios días más y no ocurrió nada más. Un día, olvidé colocar el agua cerca de mi Uran y tuve que beber agua del grifo que había dejado reposar para que se evaporara el cloro. Me quedé de piedra al beberla: era como si estuviera bebiendo hormigón líquido, algo en absoluto potable. El cerebro es una locura. Después de beber el primer vaso de agua tratada con Uran, me di cuenta de que era diferente. Pero mi cerebro se adaptó rápidamente y, en un par de días ya pensaba que esta agua excelente era algo normal. Había olvidado por completo lo desagradable que me parecía el agua que bebía antes. En ese momento también me di cuenta de por qué llevaba unos años bebiendo muy poco: no había nada que beber.
Desde que coloco el agua junto a mi Somavedic, bebo fácilmente 2 litros de agua al día, aunque antes no era capaz de beber ni la mitad de eso. Esto es porque es estupenda. Y, con un poco de limón, está fantástica.
Y entonces ocurrió. Unas tres semanas después de encender mi Uran por primera vez, me di cuenta de que yo mismo estaba notando sus efectos. Esa mañana me notaba un poco distinto. Como si fuera a ponerme malo. Y, cuando me quise dar cuenta, me había ido de vientre. No voy a entrar en detalles, pero solo diré que lo que eché aquel día no era ni medio normal. Fue algo descomunal.Solo salía agua, una depuración completamente diferente a cualquier cosa que haya experimentado antes con ningún ser vivo. Llamé inmediatamente al Sr. Rybjanský para preguntarle qué podía hacer, porque ese día tenía un seminario en la Cámara de Diputados. Me aconsejó que tomara una compota de arándanos. Al final, me perdí el seminario (y no manché el parlamento), pero al día siguiente, afortunadamente, estaba bien.
«Somavedic está haciendo una especie de trabajo arqueológico. Escarba hasta llegar a ti. Imagina un alma que lleva unos quince trajes de astronauta. Todas las capas que cubren el alma. Entonces, por ejemplo, el alma dice «blanco». Atraviesa todas las capas y desde el último traje de astronauta se oye «violeta». Dicho en pocas palabras, el dispositivo, con su efecto basado en vibraciones, ayuda a depurar todo lo que te impide escuchar tu alma», explica el creador de Somavedic.
Recuerdo una hermosa película llamada «La escafandra y la mariposa», dirigida por Julian Schnabel. Está basada en la historia real de Jean-Dominique Bauby, el editor en jefe de la edición francesa de la revista de moda Elle, quien, tras sufrir un derrame cerebral, quedó completamente paralizado y solo podía mover los párpados. Poco a poco fue aprendiendo a comunicarse (un parpadeo significaba «sí», dos parpadeos significaban «no») y, con la ayuda de su enfermera y de un alfabeto especial que creó para él, escribió toda su historia únicamente parpadeando. Independientemente de nuestra situación, siempre debemos esforzarnos para que, de nuestra «escafandra» personal, salga volando una hermosa mariposa.
Somavedic tiene un efecto diferente en cada persona. Incluso en los escépticos o en quienes no sienten su efecto o piensan que no tiene ningún efecto. O en quienes necesitan pruebas materiales (como yo, en forma de agua potable…).«Yo no siento nada», me dijo hace un año uno de mis respetables clientes, alguien muy importante, que viene a verme desde Jordania. También le hice un diagnóstico. Le pregunté: «¿Qué tal duerme?» – «La verdad es que duermo mejor». – «¿Y qué tal la cadera que le estaba dando problemas?» – «Pues me duele menos, puedo subir las escaleras con normalidad. Eso también es cierto». – «¿Y sus pulmones?» – «Pues respiro mejor y puedo subir las escaleras más rápido».
Es como lo que me pasó a mí con el agua. Te acostumbras a las mejoras y te olvidas de que antes era peor. «A quienes no sienten nada les digo que aguanten al menos un mes y, luego, hagan memoria. Hay que ver las cosas en su conjunto. Y luego, si quieren, pueden devolverlo», explica Ivan Rybjanský.
El 90 % de las pocas personas que devuelven su Somavedic acaban por volver a pedirlo. Después de estar un tiempo sin él, se dan cuenta de que realmente funcionaba.
«Todo depende de la carga del entorno, de la carga kármica, del estilo de vida, de la edad, de la madurez espiritual o edad del alma, del entorno en el que ha crecido la persona, si ha trabajado antes sobre sí misma y hasta dónde ha llegado… Todo esto influye en los efectos inmediatos de Somavedic. Es como con los coches. Hay gente que ha hecho miles de kilómetros y otra que ha hecho millones. Para quien ha hecho mil kilómetros, la experiencia puede ser una aventura, mientras que, para otros, puede ser algo más llevadero», explica el creador del dispositivo. Lo que es de vital importancia es la dirección del viaje y tener un destino. «Somavedic evita los callejones sin salida. Ayuda a distinguir entre lo que es esencial y lo que no lo es. Mientras que el intelecto piensa si ir a la derecha o a la izquierda, o cómo dar un rodeo, Somavedic te muestra el camino más recto».
Aparte de la diferencia que noté en el agua y la diarrea explosiva, mi experiencia no fue tan dramática como la de otros clientes; todo fue bastante llevadero, algo casi «imperceptible». Por eso seguí el consejo del Sr. Rybjanský y, al cabo de dos meses, volví la vista atrás. Para mi sorpresa, me di cuenta de que había estado bebiendo muchísima agua (como de un manantial). Duermo como un bebé y lo mejor de todo es que yo, que he sido siempre como un búho, ahora me acuesto temprano. Y hasta puedo levantarme a las 04:30 y trabajar todo el día. ¡Algo impensable hasta ahora! Estoy lleno de energía. Y esa es la cuestión.