Tu cesta está vacía
Añade un Somavedic y mejora tu calidad de vida :)
Nos hemos acostumbrado a las comodidades de la vida moderna. Pero solo unos pocos somos conscientes de los posibles riesgos que presentan para la salud las tecnologías cotidianas que nos hacen la vida más cómoda.
Con el transcurso de los años, los científicos han descubierto que muchos aparatos que utilizan electricidad también crean CEM. Entre ellos se encuentran en creciente medida nuestros teléfonos móviles, routers wifi, ordenadores y torres 3G/4G/5G. Todos ellos emiten frecuencias invisibles que inquietan a algunos expertos.
Diferentes fuentes de campos electromagnéticos de origen humano.
En nuestras ciudades, el nivel de radiación electromagnética generado por la tecnología, tan omnipresente hoy en día, es más de mil millones de veces superior a los CEM naturales, que son necesarios para la vida. Esto significa que estamos constantemente expuestos a frecuencias electromagnéticas.
Está científicamente probado que la radiación de los CEM hace que se manifiesten procesos oxidativos nocivos en nuestras células, lo cual tiene efectos negativos generales sobre nuestra salud y bienestar. Esta es la principal causa del envejecimiento acelerado y de la aparición de enfermedades crónicas degenerativas.
Según el doctor Martin Pall, la radiación no ionizante activa los canales de calcio activados por voltaje (VGCC), que liberan calcio desde el exterior de la célula hacia el interior. Estos efectos fisiopatológicos se producen en gran medida a través de una excesiva señalización de iones de calcio, lo cual conduce a un exceso de óxido nítrico (NO), superóxido y peroxinitrito. También provoca la formación de radicales libres y el consiguiente estrés oxidativo.
Muchos estudios sugieren que este es el mecanismo que provoca un aumento de los marcadores de estrés oxidativo y daños en nuestro ADN.
Como el efecto nocivo de los CEM se desencadena al activar tus VGCC, los tejidos con mayor densidad de VGCC son los que corren mayor riesgo de sufrir daños. Principalmente, se trata del cerebro, los testículos, el sistema nervioso, el nódulo sinusal (el marcapasos natural de tu corazón) y la retina.
A continuación exponemos diferentes estudios que demuestran los efectos nocivos de las radiaciones de los CEM sobre nuestras células y nuestro organismo.
La radiación de las redes wifi y de los teléfonos móviles puede alterar el desarrollo celular normal, especialmente el desarrollo fetal. Un estudio realizado en animales en 2004 relacionó la exposición a esta radiación con un retraso en el desarrollo de los riñones. [1] Estas conclusiones fueron corroboradas por un estudio realizado en Austria en 2009. De hecho, la alteración de la síntesis proteica es tan grave que los autores señalaron expresamente que «esta propiedad celular es especialmente acusada en los tejidos en fase de crecimiento, es decir, en niños y jóvenes. Por lo tanto, estos grupos de población serían más susceptibles de sufrir los efectos descritos que la media». [2] En definitiva, bañar a los jóvenes en wifi aumenta el riesgo de que sufran trastornos del desarrollo.
Cuando un grupo de estudiantes de un instituto danés tuvo dificultades para concentrarse después de dormir con los móviles cerca de la cabeza, realizaron un experimento para comprobar el efecto de los routers wifi inalámbricos en plantas de berro. Cultivaron un grupo de plantas en una habitación libre de radiación inalámbrica y otro junto a dos routers que liberaban la misma cantidad de radiación que un teléfono móvil. ¿Cuál fue el resultado? Las plantas más cercanas a la radiación no crecieron. [3]
Otros científicos han empezado a estudiar el impacto de la radiación 4G en la función cerebral. Utilizando resonancias magnéticas, descubrieron que las personas expuestas a la radiación 4G tenían varias zonas de actividad cerebral reducida. [4]
Un grupo de 30 voluntarios sanos, 15 hombres y 15 mujeres, se sometieron a una sencilla prueba de memoria. En primer lugar, el grupo entero se sometió a la prueba sin ninguna exposición a la radiación wifi: no hubo ningún problema. Luego, se expuso a los participantes a una red wifi de 2,4 GHz desde un punto de acceso inalámbrico durante unos 45 minutos. Durante esa parte de la prueba, se midió la actividad cerebral de los participantes: las mujeres experimentaron un cambio notable en la actividad cerebral y sus niveles de energía. [5]
Hace tiempo que sabemos que el calor generado por los ordenadores portátiles mata a los espermatozoides. Ahora se ha descubierto que el calor no es la única amenaza para la virilidad. Diversas investigaciones han revelado que la exposición a las frecuencias wifi reduce la movilidad de los espermatozoides y provoca la fragmentación del ADN. [6] Tanto las pruebas en humanos como en animales han confirmado que la exposición a estas frecuencias afecta negativamente al esperma. [7] [8]
Los resultados de un estudio con animales sugieren que algunas frecuencias inalámbricas pueden impedir la implantación del óvulo. Durante el estudio, los ratones expuestos a frecuencias inalámbricas 2 horas al día durante 45 días presentaron un aumento significativo de los niveles de estrés oxidativo. El daño producido en las células y el efecto de la exposición en la estructura del ADN indican que hay grandes probabilidades de que el embarazo sea anormal o de que el óvulo no se implante.
En 2011, el Instituto Karolinska de Suecia publicó una advertencia en la que afirmaba:
«Se advierte a las mujeres embarazadas que eviten utilizar dispositivos inalámbricos y que se distancien de otros usuarios».
«La normativa actual de EE. UU. [y Canadá]… sobre radiaciones de radiofrecuencia y microondas producidas por la tecnología inalámbrica es totalmente inadecuada» y
«Las normas de seguridad tampoco tienen en cuenta al feto en desarrollo…». [9]
Si tienes la sensación de que el corazón se te acelera cuando estás rodeado de redes inalámbricas o teléfonos móviles 3G o LTE, puede que no sean imaginaciones tuyas. Un estudio en el que participaron 69 personas reveló que muchas de ellas sufrieron una respuesta física real a las frecuencias electromagnéticas. ¿Y cuál fue exactamente esa respuesta física? Un aumento de la frecuencia cardiaca (comparable a la frecuencia cardiaca de una persona sometida a estrés). [10]
Esta cuestión es muy polémica, pero no podemos ignorar que numerosos modelos con animales indican que la exposición a las radiaciones electromagnéticas aumenta el riesgo de desarrollo de tumores. Aunque los estudios en humanos son limitados, existen numerosos informes y estudios de casos. Uno de estos casos fue el de una joven de 21 años que desarrolló cáncer de mama. Este caso es único porque su familia no tenía predisposición al cáncer de mama y porque desarrolló el tumor justo en el lugar donde llevaba el móvil en el sujetador. [11]